El Prado se pone en cabeza

Con la exposición «Invitadas» el Museo del Prado adopta una posición crítica que salda cuentas con su pasado y actualiza su discurso como institución con las mujeres artistas, que por primera vez pasan de «invitadas» a protagonistas con voz propia. Algo que, hasta la fecha, ningún otro gran museo de arte clásico internacional ha hecho a este nivel.

La exposición Invitadas es la apuesta más ambiciosa nunca realizada por el Museo del Prado para devolver a las mujeres artistas el espacio que les pertenece. No solo se trata de un hito en la institución, y en el contexto museístico español, sino que con ella el Prado adelanta al resto de grandes museos del panorama internacional.

La presencia de las mujeres en el sistema artístico español durante más de un siglo estuvo «cuidadosamente planeada por sus compañeros, que las esperaban como quien aguarda a unas invitadas a las que se acoge con cierta cortesía, pero de las que se espera que se marchen educadamente a la hora acordada«.

Así, con claridad y nitidez, se abre el catálogo de una exposición histórica, en la cual el principal museo del arte español expone a crítica, por fin, su pasado de marginación a la creatividad artística de las mujeres desde su fundación hasta bien entrado el siglo XX. Lo hace sin medias tintas ni pretextos: las mujeres fueron relegadas a un espacio menor por la crítica y las instituciones artísticas y así, sin complacencia, lo cuenta y lo explora Invitadas en su recorrido y en su valiente catálogo. Mientras se las desnudaba en los cuadros, se las mantenía apartadas o supervisadas en los talleres de arte, advertidas de no salirse del molde que se les imponía. Una situación que podrían perfectamente haber denunciado las Guerrilla Girls.

Linda Nochlin se preguntó en 1971 ¿Por qué no han existido grandes artistas mujeres? Fue la pregunta que lo cambió todo.

Desde entonces, durante el último medio siglo, esta pregunta incómoda ha estado en el centro de una de las grandes líneas de investigación en la Historia Cultural y de las Artes y de los llamados Estudios Visuales. Sin duda «una de las más excitantes y novedosas» vías de trabajo de nuestra disciplina, como decía Anne D’Alleva al referirse a la implantación de la metodología feminista en la Historia del Arte.

Sin embargo, las instituciones culturales no se han mostrado tan «excitadas» durante estos cincuenta años por incorporar una línea de trabajo que en la investigación y las universidades es ya totalmente natural. Lo señalaba acertadamente Patricia Mayayo en 2013 cuando se refería a la «hostilidad de las instituciones españolas» hacia esta perspectiva de trabajo. Aunque se empezó con décadas de retraso frente a otros países, hoy se trabaja, se investiga y se avanza mucho en el ámbito académico o profesional en esta dirección en España. Pero mientras la cultura institucional no lo asume, esta perspectiva no llega al público con la fuerza debida. Así se entiende que haya gente que siga todavía creyendo que «no había» mujeres artistas. Lo que no se ve, no «existe». Por eso Invitadas puede ser la exposición más importante del Museo del Prado en muchos años: porque asume finalmente una mirada y un examen de la colección que coloca a la institución en el presente, permitiendo que podamos ver y entender el trabajo de esas artistas.

Por supuesto, el Prado no es el primer museo español o internacional que se plantea una revisión para rastrear y exponer la discriminación hacia las mujeres. Desde la legendaria muestra Women Artists, 1550-1950 de 1976 en el LACMA, que luego itineró por otros museos de Estados Unidos, ha habido fogonazos en múltiples instituciones. Pero el Prado sí se convierte en el primer gran museo europeo que ejerce esa revisión de manera madura y ante los ojos del público, con la Historia del Arte como herramienta fundamental y siguiendo el camino abierto por Nochlin hace casi medio siglo de sacar a la luz a las mujeres artistas que siempre han estado ahí, pero en las zonas de sombra. Ya que se trata de alcanzar la normalidad, y no de mantener la excepción, solo el camino elegido por Invitadas puede servir para este propósito.

Porque, no nos engañemos: hasta el momento las mujeres se han colado en los museos solamente en aquellos casos en los que sus nombres son lo bastante familiares como para ser utilizados a semejanza de los de los grandes «genios» masculinos del arte que reinan en el Canon artístico. Es decir, siguiendo ese falso discurso impuesto sobre la «calidad» que denuncia con brillantez Estrella de Diego en el catálogo de esta exposición y dando a entender que si no se exponen mujeres artistas es porque su arte no es «tan bueno» como el de los hombres y que solo las elegidas para entrar en ese Canon merecen espacio en las grandes instituciones.

Por esta razón, en la actualidad los grandes museos de arte clásico del planeta se dan de bofetadas en el mercado por adquirir uno de los escasos cuadros del puñado de pintoras famosas del pasado que pueden servirles para una exposición blockbuster de relumbrón. Nombres de pintoras que, casualmente, son los mismos que ya aparecían en la exposición de 1976 comisariada por Ann Sutherland Harris y Linda Nochlin: Anguissola, Gentileschi, Goncharova, Kahlo, Leyster, Cassatt, Morisot, Delaunay… Lo cual no deja de demostrar la escasa originalidad de las propuestas de museos como el Met, la Tate Modern o el Louvre.

Imagen de la exposición Women Artists 1550-1950 en el Brooklyn Museum (Wikimedia)

Tenemos ejemplos constantes de ello. En este otoño pandémico la National Gallery de Londres trata de atraer visitantes con una gran exposición sobre Artemisia Gentileschi, creada especialmente para potenciar el flamante autorretrato de la artista que se compraron en 2018 y que fueron paseando por el Reino Unido durante meses como si se tratase de un fetiche mágico que iba a borrar la exclusión de las mujeres de su discurso durante los casi 200 años de existencia de la institución. Pecado mortal en una institución señera de la moderna sociedad londinense, en la cual a día de hoy se exponen menos mujeres artistas que en museos como el Prado o el Thyssen. Desgraciadamente, aunque la pintura de Artemisia siempre merece la pena, la exposición se regodea en el tópico y el cliché, hasta tal punto que invitan a un Monty Python a contar cómo descubrió la «dramática» historia de la vida de la artista.

Mientras tanto, el Prado actúa responsablemente sobre su propia colección y la de otras instituciones españolas, rescatando para Invitadas el trabajo de las creadoras en su más amplio espectro. De hecho, uno de los hitos de esta exposición es la ambiciosa campaña de recuperación y restauración de obras de pintoras -con alrededor de 40 piezas restauradas, un volumen inédito en una exposición temporal- que supone actuar de manera real en la visibilidad presente y futura del arte de las mujeres del pasado. Porque una de las grandes misiones de una exposición temporal es poner las piezas en valor y, a partir de ahora, estas obras, puestas en perfecto estado para el visionado del público, se revalorizan con el prestigio que aporta el Prado y se convertirán en piezas de referencia para futuras exposiciones.

El museo madrileño da ejemplo y no se dedica a perseguir a ese puñado de pintoras «blockbusterizadas» que pueden dar grandes titulares. Muy al contrario de esa plácida línea, saca a la luz con impecable rigor académico décadas de creación artística hecha por mujeres como María Luisa de la Riva, Francisca Stuart, Adriana Rostán, Rosario Weiss, Lluïsa Vidal, Madame Anselma, Joaquina Serrano, María Luisa Puiggener, Elena Brockmann o María Roësset; escultoras como Adela Ginés y Helena Sorolla, fotógrafas como Jane Clifford, muy vinculada a la propia colección del Museo, e incluso exponiendo obra de la propia reina María Cristina de Borbón, pintora ella misma de cuadros hoy depositados en las colecciones de Patrimonio Nacional. Y lo hace confrontando la creación de todas estas mujeres, y muchas otras, con la mirada sexista de los hombres artistas de su época hacia la mujer como sujeto artístico, para hacernos más conscientes de la voz propia y diferenciada que las mujeres artistas tuvieron en el arte de su tiempo, aunque esa voz tuviese que sufrir una enorme sordina.

Sobre todo, el Prado se convierte en este 2020 en el primer gran museo internacional que expone con valentía y honestidad ante ciudadanos y crítica la revisión de la marginación histórica de las mujeres en el arte a través de una gran exposición que haga justicia a esa discriminación, de la cual el propio museo ha sido parte. Porque de poco sirve traer a Artemisia o a Frida Kahlo para una temporal de campanillas si esto se convierte en una excepción, si se las sigue considerando «invitadas» que luego vuelven al espacio fuera del foco de luz que han ocupado durante siglos.

La exposición Invitadas va más allá (todavía) de recolocar bajo la luz a las mujeres artistas que fueron arrinconadas y de mostrarnos, como pedía Nochlin, su contexto creador. También plantea una profunda revisión de la imagen de la mujer en las artes españolas durante todo el siglo XIX y la primera parte del XX, poniendo en evidencia cómo, desde la cultura visual de la época, se trató de domesticar la imagen de la mujer burguesa para encajarla en un determinado cliché, cómodo y manejable por los hombres del momento, o se lanzaban claros mensajes morales sobre los «peligros» de convertirse en una mujer que escapaba a los límites impuestos.

La relevancia de esta exposición se mide sobre todo en su valor precursor: a partir de ahora Invitadas se va a convertir en referencia obligada para entender el papel al que fueron relegadas las mujeres artistas en el sistema español del arte hasta hace muy poco tiempo. Así se recoge en las aportaciones polifónicas del catálogo científico de la exposición, a cargo del comisario de la muestra Carlos G. Navarro, técnico superior del Área de pintura del siglo XIX del Museo. En esta crucial publicación participan autoras de referencia como Eugenia Afinoguénova, Amaya Alzaga, Mathilde Assier, Leticia Azcue, Asunción Cardona, María Cruz de Carlos, Estrella de Diego, María de los Santos García Felguera, María Dolores Jiménez-Blanco, Carolina Miguel, Carlos Reyero y J. R. Sánchez del Peral.

He visto pocos catálogos más necesarios que éste, que disecciona con gran rigor científico la situación de las mujeres en el arte español desde 1833 hasta 1931. Como corresponde a una exposición de referencia, Invitadas se plantea un análisis de fondo sobre la situación real de las mujeres en el arte de España y en el propio Museo del Prado, huyendo de tópicos y sin caer en el oportunismo, para sentar las bases de un conocimiento histórico y social riguroso. Si ya conocíamos la relegación de las mujeres dentro de las artes, con esta publicación podemos medir exactamente el alcance y características de ese ostracismo y examinar los tópicos que se les imponían.

Con una exposición de este tipo, el Museo del Prado adopta una posición crítica que salda cuentas con su pasado y actualiza su discurso como institución con las mujeres artistas, que por primera vez pasan de «invitadas» a protagonistas con voz propia. Algo que, hasta la fecha, ningún otro gran museo de arte clásico internacional ha hecho: normalizar su relación con un hecho innegable de su pasado y abrir, por fin, la puerta a la normalidad.

Que quede abierta.

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La exposición Invitadas. Fragmentos sobre mujeres, ideología y artes plásticas en España (1833-1931), producida con el apoyo de la Fundación AXA, se podrá visitar en las salas A y B del edificio Jerónimos hasta el 14 de marzo de 2021.
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Fuentes
(sobre la exposición)
Museo del Prado
Catálogo de la Exposición Invitadas (2020)
Miguel Falomir, Director del Museo del Prado, sobre Invitadas (vídeo)
Rueda de prensa de presentación (vídeo)

Referencias Bibliográficas
*Anne D’Alleva (2012), Methods & Theories of Art History
*Estrella de Diego (2020), En torno al concepto de calidad y otras falsedades del discurso impuesto (en el catálogo de la exposición)
*James Elkins (2003), Visual Studies. A Skeptical Introduction
*Eric Fernie (1995), Art History and its Methods
*Carmen González-Román (2017), ¿Antiguas y Nuevas Historias del Arte?
*Michael Hatt and Charlotte Klonk (2006), Art History. A Critical Introduction to its Methods
*Elisabeth Manfield (2007), Making Art History
*Patricia Mayayo (2013), Después de Genealogías feministas. Estrategias feministas de intervención en los museos y tareas pendientes (texto).
*Linda Nochlin (1971), Why Have There Been No Great Women Artists?
*Griselda Pollock (1981), Old Mistresses. Women, Art and Ideology

Imágenes
-Museo del Prado
-Wikimeda Commons
-María Luisa Puiggener, Una joya (Escena de empeño), 1900 (Colección CajaSol, Sevilla) vía Concha Mayordomo
-Lluïsa Vidal, Autorretrato, h. 1899 MNAC

  1. Gracias Elena, estupendo relato que anima a ir al Prado, que parece se habia dormido en los laureles, sacando la vajilla de lujo y basta!!!
    Un millon de gracias

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  2. Antonio Costa Gómez 16 enero, 2021 a las 21:05

    EN SUS RESPUESTAS A SUS TWITER VULGARES SOBRE MI TEXTO CONTRA LA «RESTAURACIÓN» DEL PÓRTICO DE LA GLORIA

    En respuesta a sus twiter (yo no tengo twiter) sobre mi artículo «El Pórtico sin gloria» (El cuaderno digital) criticando la restauración del Pórtico de la Gloria, en que dicen que soy ridículo, que no tengo ni idea, etc. les digo:
    Que lo ridículo es considerar que el arte es algo para especialistas técnicos y no para la gente (ni siquiera para los artistas). El arte sería un coto tan cerrado como el de los que estudian las fórmulas de micción en la Antigua Mesopotamia o el comportamiento de ciertos electrones en ciertas moléculas.
    Lo siento, pero ningún artista ha creado nunca una obra de arte solo para ustedes.
    Montones de autores con sensibilidad e inteligencia han escrito sobre arte con mucha más lucidez que los especialistas en campos tan acotados que no se enteran de lo que es una obra de arte en conjunto.
    Soy licenciado en Historia del Arte por la universidad de Santiago de Compostela y mi título vale tanto como el de ustedes.
    Si el estudio del arte consistiera solo en las menudencias técnicas en las que ustedes se consideran tan enterados se acabaría el arte.
    Ustedes hacen como los que al estudiar la Literatura cuentan cuántos adjetivos usa Cervantes en el Quijote y si alguien no los ha contado le dicen que es ridículo y que no tiene ni idea.
    Pero los que no tienen ni idea son ustedes con sus tecnicismos vacíos de los que escapa toda la vida de una obra.
    Pero como son prepotentes seguro que no publican mi respuesta en su twiter, donde se despachan contra mí sin que yo pueda defenderme.
    En esto se ha convertido la cultura.
    Antonio Costa Gómez, Salamanca

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  3. Antonio Costa Gómez 16 enero, 2021 a las 21:09

    EN RESPUESTA A SUS TWITER VULGARES SOBRE MI TEXTO CONTRA LA «RESTAURACIÓN» DEL PÓRTICO DE LA GLORIA

    En respuesta a sus twiter (yo no tengo twiter) sobre mi artículo «El Pórtico sin gloria» (El cuaderno digital) criticando la restauración del Pórtico de la Gloria, en que dicen que soy ridículo, que no tengo ni idea, etc. les digo:
    Que lo ridículo es considerar que el arte es algo para especialistas técnicos y no para la gente (ni siquiera para los artistas). El arte sería un coto tan cerrado como el de los que estudian las fórmulas de micción en la Antigua Mesopotamia o el comportamiento de ciertos electrones en ciertas moléculas.
    Lo siento, pero ningún artista ha creado nunca una obra de arte solo para ustedes.
    Montones de autores con sensibilidad e inteligencia han escrito sobre arte con mucha más lucidez que los especialistas en campos tan acotados que no se enteran de lo que es una obra de arte en conjunto.
    Soy licenciado en Historia del Arte por la universidad de Santiago de Compostela y mi título vale tanto como el de ustedes.
    Si el estudio del arte consistiera solo en las menudencias técnicas en las que ustedes se consideran tan enterados se acabaría el arte.
    Ustedes hacen como los que al estudiar la Literatura cuentan cuántos adjetivos usa Cervantes en el Quijote y si alguien no los ha contado le dicen que es ridículo y que no tiene ni idea.
    Pero los que no tienen ni idea son ustedes con sus tecnicismos vacíos de los que escapa toda la vida de una obra.
    Pero como son prepotentes seguro que no publican mi respuesta en su twiter, donde se despachan contra mí sin que yo pueda defenderme.
    En esto se ha convertido la cultura.
    Antonio Costa Gómez, Salamanca

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  4. Antonio Costa Gómez 16 enero, 2021 a las 21:12

    ES COMO CUANDO UN CHISTE NO TIENE GRACIA
    Es como cuando un chiste no hace gracia.
    El autor puede dar un millón de explicaciones.
    Pero el chiste no hace gracia.
    Pero claro, los chistes solo son para sesudos especialistas en chistes.
    Antonio Costa Gómez

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