Ahora que están muy de moda los hijos ilegítimos de los reyes, El Barroquista ofrece una lista con los siete hijos ilegítimos más notorios que tuvo el Rey Felipe IV.
Felipe IV fue un rey extremadamente fogoso. Cuentan que incluso el Conde-duque de Olivares le proporcionaba amantes mientras su esposa, la Reina Isabel de Borbón, estaba embarazada, para evitar que pusiera en peligro la salud de sus herederos. Sin embargo, Francisco de Quevedo tenía otra opinión sobre los motivos de que Olivares promocionase los encuentros amorosos del Rey, que no serían otros que distraer al monarca para poder manejar el reino a su antojo:
«El conde, sigue condeando y el rey durmiendo, que es su condición. Hay, parece, nuevas odaliscas en el serrallo y esto entretiene mucho a Su Majestad y alarga la condición de Olivares para pelar la bolsa, en tanto que su amo pela la pava».
En sus dos matrimonios -con la citada Isabel de Borbón y con su sobrina Mariana de Austria– llegó a sumar doce hijos, muchos de los cuales no llegaron a adultos. Pero además Felipe llenó Madrid de hijos ilegítimos. Aunque varía según los autores, la cifra de bastardos reales (más o menos conocidos) que dio al mundo estaría entre quince y treinta, todos con diferentes madres. En una época en que ni se soñaba con analizar el ADN humano, esta circunstancia de repartir hijos por el mundo era mucho menos preocupante para un monarca de lo que pueda ser en la actualidad.
Lo curioso de los bastardos filipinos es que, mientras sus hijos dentro del matrimonio gozaban de muy mala salud y muchos de ellos murieron, varios de sus vástagos ilegítimos llegaron a avanzada edad e hicieron carrera. Quizás esa fuera la virtud de tener hijos fuera de la endogamia propia de los Habsburgo.
Aquí están los siete bastardos más destacados de Felipe IV.
7. Juan Cossío (1640 – 1710)
Hay cierta confusión sobre la identidad de su madre, pero en todo caso debía ser un dama de la Corte. Nació en Ciudad Real y fue criado por un tal Francisco Cossío, de quien tomó el apellido. Aunque este apellido no sirvió para ocultar la sospecha de quién era su padre en realidad. Con 15 años entró como religioso en la Orden de San Agustín y pronto se trasladó a Nápoles, donde hizo carrera como predicador notable, llegando a publicar una influyente biografía de San Vicente de Paúl. Según atestiguaba el Padre Flórez, en la ciudad todo el mundo sabía de quién era hijo. Así relata la situación cuando ya reinaba Carlos II, heredero de Felipe IV: “Al verle por la calle, solían algunos pronunciar sin cautela: Allí va el hermano del Rey, (que era Carlos II) como oyó un Religioso, à quien traté”.
6. Francisco Fernando Isidro de Austria (1626 – 1634)
Al parecer fue el primer hijo ilegítimo del rey, de su primer romance extra-conyugal con la hija del Conde de Chirel, con la que empezó a relacionarse antes de los veinte años. Quizás por ese motivo le tenía mucho cariño al niño. Felipe IV tenía muchas ventajas para poder conseguir amantes: envió al padre en misión a Italia para poder acceder a la hija sin interposición paterna. El niño murió con ocho años y su madre murió poco después. La casa donde vivían fue arrasada para construir en su solar el convento de la «Concepción Real», un juego de palabras que dio para muchas bromas en la época. El convento todavía existe, hoy en la Calle de Alcalá. Francisco Fernando fue reconocido como hijo legítimo después de muerto -cuando ya no era una amenaza para la corona- y está enterrado en el Panteón de Infantes de El Escorial.
5. Ana Margarita de Austria (ca. 1638 – 1699)
Si la mayor parte de los bastardos reales acababan en la Iglesia, donde no pudiesen amenazar la sucesión, con las niñas no había ninguna sombra de duda: ser hija ilegítima de rey significaba meterse en un convento. Así se evitaban matrimonios incómodos con nobles que tuviesen aspiraciones. Las fechas de nacimiento y muerte de Ana Margarita son dudosas. Felipe la tuvo con Margarita del’ Escala y, como le ocurrió con todas sus hijas, tuvo especial predilección por ella. Hacia los doce años de edad ingresa en el Real Monasterio de la Encarnación, donde llegaría a ser priora. Recibió un buen trato de su padre y algunos honores.
4. Carlos Fernando de Austria y Manrique (1639 – 1696)
Felipe lo tuvo con la noble vizcaína Casilda Manrique de Luyando y Hurtado de Mendoza, que fue la Guarda Mayor de las damas de las dos esposas del rey. Un puesto que facilitaba la proximidad con su amante. La noble estuvo viuda durante más de una década, sirviendo como mujer de confianza de la reina Isabel de Borbón. Tanta confianza que en 1639 dio a luz un rollizo hijo con los rasgos del rey. Nadie tenía dudas de quién era el padre, ya que el parto fue atendido por la comadrona real Inés de Ayala, que trajo al mundo a los hijos legítimos del rey y también a muchos de sus bastardos. Como era costumbre, lo mandaron bien lejos: a Bruselas, a educarse con su tío el Cardenal-Infante, que entonces ejercía de Gobernador General en Flandes. Al morir su tío, el rey lo reclamó en la Corte, se casó, tuvo un hijo eclesiástico y una hija que casó bien. Al enviudar se ordenó sacerdote y llegó a ser un destacado canónigo de la catedral de Guadix, nombrado por su hermanastro el rey Carlos II. Fue enterrado en la cripta de la catedral. Su linaje sigue hasta nuestros días. Como dato interesante señalar que su madre Casilda fue dama de confianza también de la segunda esposa de Felipe IV, Mariana, hasta después de la muerte del rey. Es decir, que ambas reinas tuvieron como miembro fundamental de su séquito a una mujer que había tenido un hijo con su marido. Cosas de los Habsburgo.
3. Alonso Antonio de San Martín (16?? – 1705)
Otro hijo ilegítimo que llegaría lejos en la carrera eclesiástica. En su caso, llegaría ni más ni menos que a ser obispo de Oviedo y de Cuenca. Hijo de Mariana Pérez de Cuevas, también dama de la Corte. Juan de San Martín, gentilhombre de Su Majestad, le tuvo como si fuera hijo suyo y le dio nombre, encubriendo la paternidad original. Sabemos poco de la trayectoria de Alonso Antonio en la Corte, pero la importancia de los cargos que llegó a ocupar le convierten en uno de los bastardos filipinos más relevantes.
2. Fray Alonso de Santo Tomás (1631 – 1692)
Alonso Enríquez de Guzmán y de Orozco, conocido tras su entrada en religión como Fray Alonso de Santo Tomás, merece un puesto de honor entre los hijos ilegítimos de Felipe IV. No sólo por su trayectoria vital sino también por el extremo parecido que tenía con su padre, del cual dejó testimonio el pintor Maíno en el cuadro que se puede ver aquí arriba. Por decirlo de alguna manera, era imposible ocultar el parentesco con el rey, que saltaba a la vista para cualquiera. A pesar de ello, Alonso se negó a ser reconocido por su padre cuando éste se lo ofreció. Nació en Vélez-Málaga y su madre era Constanza de Ribera y Orozco, dama de la reina Isabel de Borbón. El rey le cargó el niño a un hombre de su confianza, José Enríquez de Guzmán y de Porres, hermano de Antonio Enríquez de Guzmán y de Porres, compensándole generosamente por hacerse con la paternidad legal de su bastardo. Al morir su padre legal, Alonso fue criado primero por sus abuelos y luego por su ilustre tío, que llegaría a ser obispo de Málaga y dos veces virrey de Aragón.
La situación cambió radicalmente para él cuando en 1646 muere el legítimo heredero de la corona, el príncipe Baltasar Carlos. Sin sucesor varón, Felipe IV decide legitimar a Alonso, pero éste se niega a admitir tal deshonra y, quizás para asegurar su decisión de no ser reconocido, toma los hábitos dominicos en Málaga. Su carrera religiosa fue impresionante, señal de que se trataba de alguien muy capaz. Estudió en Salamanca, Granada y Sevilla, Regente Prior del convento de Santo Domingo de Guzmán en Málaga, Provincial de los dominicos en Andalucía y, sucesivamente, obispo de Osma, Plasencia y Málaga. En este último destino, ciudad con la que mantuvo una relación muy estrecha desde joven, fue recordado como un obispo muy preocupado por atender las necesidades de los ciudadanos tras el terremoto de 1680. Tuvo un excelente gusto para las artes, siendo protector de Alonso Cano y Pedro de Mena, a quienes hizo importantes encargos. Como no podía ser de otra manera, está enterrado en el convento de Santo Domingo de Málaga.
Quién sabe… quizás podría haber sido un gran rey…
1. Juan José de Austria (1629 – 1679)
La estrella de todos los hijos ilegítimos de Felipe IV. Juan José nació en la calle de Leganitos, hijo de la amante favorita del rey, la famosa actriz María Calderón. «La Calderona», cuando sólo contaba 16 años, ya había sido amante del yerno de Olivares. Pero el rey, obviamente, tenía preferencia a la hora de elegir parejas extraconyugales. La reina Isabel tuvo que soportar importantes desplantes de su marido en favor de su amante, como el haberle concedido un palco propio en la Plaza Mayor para asistir a las fiestas. Deshonras como ésta dan una idea del peso que María Calderón tenía para el rey, así que era de esperar que su hijo común fuese también especial para el monarca.
Juan José fue separado de su madre en seguida para ser educado en León por el poeta Luis de Ulloa, hombre de confianza de Olivares. Es posible que el astuto valido considerase al bastardo como un buen «plan B» para suceder al rey en caso de que no hubiese herederos legítimos, de manera que controlar la educación del niño le sería muy favorable. El niño era inteligente y hábil con las armas, así que podría llegar a convertirse en un príncipe muy deseable si se daba la necesidad.
En 1642 el rey le reconoce como legítimo. Desde ese momento, contará con tratamiento de Alteza e irá acumulando cargos. La primera prueba de la confianza en el bastardo es que en 1643 su padre le quiso nombrar Gobernador y Capitán General de los Países Bajos, pero el rechazo de los flamencos por un gobernante tan joven frustró la operación. Finalmente, en 1647 el monarca le nombra Príncipe de la Mar, dándole con ello el Gobierno General de todas las fuerzas navales del reino.
A partir de ese momento, Juan José se convertirá en uno de los hombres fuertes del reinado de Felipe IV, siendo una especie de «bombero» real que se dedicaba a apagar los diferentes fuegos que se encendían en los confines europeos del reino. Tuvo todo tipo de cargos de gran responsabilidad, siempre en los lugares más difíciles y siempre actuando con éxito para los intereses del rey. Sofocó la rebelión napolitana de 1647 con apenas 18 años, demostrando unas dotes de mando sobresalientes. Luego fue Virrey de Sicilia (1648-1651), cargo que dejó para aplacar la revuelta de Cataluña (1651–1656).
Acabada la tarea se le nombra virrey de Aragón (1653-1665) para seguir luchando contra los franceses. Dejando la situación bastante encauzada, se le manda por fin de Gobernador de los Países Bajos (1656-1659), el cargo para el que su padre le había querido cuando era más joven. Allí se encargó de defender los intereses de la corona española, mediando en la política europea con una intensa actividad diplomática. Mientras tanto, dirigió las campañas militares desde 1656 a 1658, que empezaron con victorias importantes como la de Valenciennes pero acabaron finalmente con pérdidas para la corona española. En esa situación de derrota se encargó de negociar la paz con Francia.
No se acabó ahí el trabajo para el eficaz bastardo real. En 1661 se le nombra Capitán General para la Conquista del Reino de Portugal. Pero la misión era imposible, por lo que dos años después, con la derrota en Ameixial, la magnífica carrera militar de Juan José de Austria termina abruptamente. La reina Mariana recelaba del bastardo, tan sano, tan capaz y tan buen gestor que amenazaba los intereses de su frágil hijo Carlos, el único heredero legítimo de Felipe IV. Eminente político, militar, legislador y estratega, para cualquiera saltaba a la vista que la gestión del reino parecía más asegurada si caía en el ilegítimo que en su muy legítimo hermanastro. La reina no podía aceptar tal cosa y aprovechó la derrota con Portugal para desacreditar a Juan José en un momento en que el rey ya se encontraba débil. Tras la muerte del monarca, la reina regente atacó a su hijastro y a sus muchos partidarios para asegurarse de que no sería obstáculo para su regencia ni para el futuro reinado de su hijo Carlos II.
Pero Juan José, con su currículum previo, obviamente no tenía rival en la inexperta reina viuda. Se convirtió en líder reconocido de la oposición al gobierno de la regente y lideró un levantamiento de Aragón y Cataluña que consiguió la expulsión de Nithard, confesor y consejero principal de la reina. El nuevo favorito de Mariana, Fernando de Valenzuela, recibió tantos favores y beneficios de ella que saltó el escándalo. En 1677 Juan José fue capaz de separar a la regente del poder y establecerse él como primer ministro de su hermanastro. Por fin había alguien capaz a los mandos del reino, pero la buena fortuna fue corta: el 17 de septiembre 1679, Juan José de Austria moría repentinamente, quizás envenenado.
El hijo ilegítimo de un rey que llegó a primer ministro. ¿Podría pasar algo así hoy en día? Resulta difícil de imaginar.
Imágenes del artículo
Retrato de Felipe IV por Gaspar de Crayer (ca. 1628), Met
Retrato de Fray Alonso de Santo Tomás por Juan Bautista Maíno (ca. 1648), MNAC
Retrato de Juan José de Austria por José de Ribera (1648), Palacio Real de Madrid
Juan José de Austria, grabado de N. Wees
Posible retrato de Juan José de Austria, Museo del Prado
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En todas aquellas que tengan otra procedencia, se indica o enlaza fuente –
Fuentes del artículo
«La otra familia de Felipe IV», revista Tiempo (15/10/2013) [enlace]
Blog Reinado de Carlos II (fuente para las citas de Quevedo y Flórez)
Árbol genealógico de bastardos reales de España en Foro Dinastías
Entrada Juan José de Austria en ByV
Entrada Juan José de Austria en ArteHistoria
Entradas Felipe IV de España y Juan José de Austria en Wikipedia
[…] soportar que tuviese decenas de amoríos públicos, de los cuales nacerían al menos una decena de hijos ilegítimos, todos ellos notablemente más sanos que sus descendientes […]
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